Un mes para los elegibles para votar en Chile, de la desconfianza al camino elegido – internacional

La convención constituyente ha concluido un mes desde su inicio en Chile y logra superar la desconfianza inicial para allanar el camino a la gigantesca tarea que tiene por delante: una nueva constitución que corresponda al deseo chileno de cambio.

Desde su inauguración el 4 de julio, en una sesión interrumpida por protestas externas y problemas técnicos que postergaron la primera sesión de trabajo, se ha avanzado en la organización inicial y en el arreglo crucial que llevó a la redacción de las nuevas leyes.

Además, se conformaron ocho comités de trabajo para tratar el presupuesto, la participación ciudadana, así como la información y la transparencia, y se amplió el directorio de dos a nueve miembros con siete nuevos vicepresidentes.

“Hemos hecho un trabajo incansable desde que nos instalamos”, dijo la presidenta del Pacto, Elisa Loncon, en conferencia de prensa con corresponsales extranjeros, destacando el trabajo que realiza “Cero” para organizar y con la nueva institución Suministro Mínimo de Regulaciones.

Según Loncon, sus miembros se han dado un mes para finalizar la carta, la columna vertebral sobre la que se redactará la nueva constitución.

Como doctor en lingüística y representante del pueblo mapuche, Loncon abre las sesiones con un saludo en mapudungn, la lengua de los mapuche -la etnia chilena más importante- que lleva siglos desterrado a las consultas políticas, ejemplo de el cambio que está tomando el país ya se vivió.

– romper la desconfianza –

Con 155 miembros, en su mayoría independientes de distintas afinidades de izquierda, pueblos indígenas y una minoría de derecha, en lo que para muchos hoy es el espejo más real de Chile, uno de los primeros obstáculos fue romper la desconfianza inicial.

“Somos personas que no nos conocíamos. Empezamos a mirarnos a los ojos, a hablar y a construir una relación de confianza”, dijo a la AFP Patrcia Politzer, integrante del grupo “Independientes No Neutrales”.

“Algunos vinieron muy enojados, muy frustrados y otros muy asustados por lo que iba a pasar aquí”, pero luego de la catarsis inicial con algunas explicaciones inapropiadas, los decibelios comenzaron a caer y la confianza comenzó a construirse, agrega.

El proceso que sumergió a Chile en la redacción de su primera constitución colectiva es el resultado del acuerdo político alcanzado para encontrar una solución institucional a las masivas protestas que estallaron en el país desde el 18 de octubre de 2019. En él, los manifestantes pidieron más igualdad social.

En el referéndum del 25 de octubre de 2020, el 79% aprobó la redacción de una nueva Carta Magna en sustitución de la que tomó la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), acusado de provocar desigualdades sociales.

El 15 y 16 de mayo fueron elegidos los 155 miembros de la convención, que por primera vez preveía la paridad de género y reservaba 17 escaños para los pueblos indígenas.

– Justo en minoría –

La derecha, que defendió principalmente el mantenimiento de la constitución de la dictadura, ganó 37 votantes y no obtuvo el tercero, lo que le permitió bloquear las enmiendas.

Su facción más conservadora acusó a la Presidencia de la Convención de acción totalitaria, pero su parte más liberal mostró un mayor apoyo.

“Fue un mes más que positivo porque empujamos un carro pesado lleno de sospechas”, dijo Cristian Monckeberg, integrante del derechista Renovao Nacional, en una entrevista con AFP.

Como muestra de unidad en la elección de las nuevas siete vicepresidencias, se propuso un mecanismo de votación que habilite el derecho a la garantía de cuotas.

“Hay que derrotar a los opositores, no excluirlos”, dijo Pedro Muoz del Partido Socialista ante las demandas del Partido Comunista y la lista popular de que querían ser excluidos.

La redacción de los primeros artículos puede comenzar en septiembre. La Convención tiene un período de nueve meses, que puede prorrogarse una vez por otros tres meses, para completar su trabajo.

Los votantes son conscientes de la difícil tarea que les espera.

“No hay posibilidad de fracaso. Muchos ven esto como la última oportunidad para que el país avance”, dice Politzer.

“No queremos pasar a la historia con el fracaso, sino contribuir a canalizar positivamente este debate”, coincide Monckeberg.

Nazario Ortega

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