Como suscriptor, tiene acceso gratuito a todos los artículos de Observer.
Sebastián Álvarez es el nombre del expiloto de la Fuerza Aérea de Chile, quien recién entró y salió del cráter del volcán Villarrica a fines de noviembre con la ayuda de un planeador.
El vuelo estuvo marcado por el inalcanzable ser golpeado: nunca antes un humano voló sobre el cráter de un volcán y salió a contar la historia.
No podía ser un volcán cualquiera: el cráter de la “Casa do Diabo” (el nombre popular) tenía que tener uno Diámetro mínimo para que la hazaña sea posible y tendría que estar rodeado de la belleza natural chilena, ya que Álvarez siempre está buscando formas de mostrar su patriotismo y amor por la nación sudamericana. Villarrica parecía una opción obvia.
Como se explica en un descripción detallada de la hazaña En la web de Red Bull -empresa que patrocina a Álvarez ya que el atleta es uno de los mejores del mundo en volar un parapente- estaba el primer paso de la preparación del vuelo. Calcular si sería posible sobrevolar el volcán y entrar y salir del cráter. Su experiencia en la Fuerza Aérea le dio al chileno la capacidad de realizar los cálculos necesarios para la maniobra, tales como: densidad del aire o velocidad del viento.
Tras concluir que la hazaña era al menos teóricamente posible, Álvarez entró en la fase preparatoria. El proceso fue largo, duró más de un año e involucró viajes de capacitación a áreas de Europa, así como a otros países de América del Sur.
Sebástian Álvarez señala que sí más de 500 saltos de preparación, antes de intentar el truco que lo llevó a la cima del volcán más activo del país con frecuentes erupciones, que según el ex piloto “añadió un elemento de imprevisibilidad”. Caracterizando la formación rocosa como una “entidad viva”, el atleta se encontró con emisiones de gases cambiantes, direcciones del viento, turbulencias e incluso el olor acre del azufre durante sus numerosos saltos preparatorios.
Después de muchos meses de cuidadosos análisis meteorológicos, Álvarez decidió que aceptaría el desafío, pero solo lo hizo porque sintió que el volcán le había dado permiso para hacerlo. “Al menos sentí armonía”, concluyó.
El miedo es una emoción muy positiva y la abrazo. Tenemos que aprender a mantener el equilibrio entre el miedo y el pánico”, dijo Sebastián en el sitio web de Red Bull.
Pasaron solo 40 segundos desde el momento en que saltó del helicóptero hasta que llegó al interior del cráter. A una velocidad de 280 km/h, el vuelo completo duró poco menos de tres minutos.
“Entrar a la ‘Casa do Diabo’ fue una de las experiencias más aterradoras, peligrosas y extrañas que he tenido. Tuve que hablar con el volcán antes del salto porque hace lo que quiere. Si me hubiera equivocado, me hubiera quedado ahí”, admite el deportista, autoproclamado adicto a la adrenalina.
“Avid thinker. Food geek. Travel addict. Explorer. Beer fanatic. Entrepreneur.”