Elegido con casi el 56% de los votos, Gabriel Boric llegó a la presidencia de Chile rodeado de grandes expectativas dentro y fuera de su país. Su ascenso responde, por un lado, a los llamados a un estado más activo expresados en los viajes de 2019; por otro lado, inicia un proceso de renovación política de la izquierda latinoamericana.
Un modelo de reformas liberales en América Latina, Chile ha mostrado el mejor desempeño económico de los principales países de la región en las últimas tres décadas. Sin embargo, no deja de revelar una serie de males del Tercer Mundo, comenzando con una profunda desigualdad social.
Las tensiones acumuladas terminaron hace tres años en colosales protestas callejeras. El movimiento derivó en la formación de una Asamblea Constituyente, que actualmente es la encargada de redactar la nueva carta orgánica que pretende reemplazar el texto creado en 1980 durante el régimen del dictador Augusto Pinochet (1973-1990).
De ahí los primeros desafíos de Boric, quien a sus 36 años se convirtió en el presidente más joven de la historia de Chile. Una vez finalizado, el nuevo pacto social aún debe ser aprobado en referéndum.
Si bien no está directamente involucrado en el proceso de redacción, el presidente debe actuar para que el texto final sea aceptable para amplios sectores del electorado.
Un rechazo o una confirmación por un estrecho margen sin duda contará como una derrota para Boric, quien ha saltado a la fama como uno de los primeros defensores de la nueva constitución.
Al mismo tiempo, el presidente chileno debe satisfacer las aspiraciones de una población impaciente por los rápidos cambios en el acceso a los servicios públicos de salud y educación, y en el sistema de pensiones basado en el ahorro individual.
A nivel ideológico, es un gobierno que intenta, al menos simbólicamente, romper con algunos dogmas del pasado. Muestra de ello es el hecho de que los dictadores de Venezuela, Cuba y Nicaragua no fueron invitados a tomar posesión.
También es destacable el compromiso de Boric con la igualdad de género en la política. No es poca cosa que de los 24 nombres de su gabinete, 14 son mujeres.
La izquierda, que recupera terreno en América Latina, enfrenta el desafío de evitar errores recientes como las tentaciones autoritarias y el populismo económico. Este necesario proceso de renovación comienza a ponerse a prueba en Chile.
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