SANTIAGO, 01/07/2022 (AFP) – El presidente de Chile, Gabriel Boric, recibirá este lunes (4) la propuesta de una nueva constitución, un texto que, si bien contiene derechos sociales exigidos en las calles, ha causado polémica en un proceso que fracasó resolver la fragmentación social.
En la sede del Congreso en Santiago, Boric recibirá el texto y disolverá la Asamblea Constituyente —integrada por 154 miembros iguales y cuyos escaños están reservados para los indígenas— que comenzó a trabajar el 4 de julio de 2021 para redactar una nueva Carta Magna que sustituya a la actual, vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
– Comunistas satisfechos – El 4 de septiembre, en un referéndum con derecho a voto obligatorio, más de 15 millones de chilenos deberán votar para “aprobar” o “rechazar” este texto de 388 artículos, que contiene un nuevo “catálogo de derechos sociales” y pretende un plurinacional, para instaurar un Chile intercultural y ecológico con un nuevo orden político y jurídico.
“Creo que hemos cumplido con las demandas sociales, con los deseos de la ciudadanía, lo que el pueblo esperaba y quería de este proceso”, dijo a la AFP Bárbara Sepúlveda, militante del Partido Comunista.
“Es una propuesta que representa un avance histórico en democracia y garantía de derechos sociales para nuestro país, y que además está impregnada de feminismo de principio a fin”, dijo Alondra Carrillo del Frente Ampla.
– Críticas desde el centro y la derecha – Para Fuad Chaín, único diputado de la Democracia Cristiana (centro) en el congreso del partido, el “texto no crea inseguridad jurídica” que “ralentizará” la economía, que será impedir la creación de nuevos sistemas de salud, pensiones y educación.
La redacción de esta nueva constitución pretendía encauzar las violentas protestas que estallaron en Chile a partir de octubre de 2019, exigiendo más igualdad social.
Cristian Monckeberg, un votante de derecha -que ocupó apenas 37 de los 154 escaños de la convención sin derecho a veto a las normas que debían ser aprobadas por dos tercios- cree que “el proceso constituyente y (la posibilidad de) haber construido algo que conecta y no divide fue un desperdicio”.
– Tensiones y cicatrices – “No fue tan fácil y amistoso como a muchos nos hubiera gustado porque las tensiones eran más fuertes”, comentó el escritor y votante independiente Patricio Fernández.
“La cura es más larga que la simple voluntad”, agregó Fernández sobre las luchas que marcaron el Año del Trabajo junto con una activa campaña de desinformación en torno al proyecto.
La composición política sin precedentes de la convención -con una minoría de derecha- otorgó un papel clave a los independientes, con un total de 104 diputados, la mayoría de ellos próximos a la izquierda.
“Pueblo unido, progreso sin partidos”, gritó un grupo al final de la última votación del martes, provocando la indignación y desaprobación de analistas, intelectuales e historiadores, que vieron un tono divisorio y reivindicativo de la izquierda más radical.
“Hasta el último día tratamos de construir puentes de diálogo, pero no fueron escuchados”, se quejó el derechista Monckeberg.
Pero los dos tercios que se necesitaron para aprobar las reglas finalmente los llevaron a imponer moderación y producir un texto que, de ser aprobado, pondría a Chile a la vanguardia en varios temas, incluido el derecho al aborto.
– Constitución al frente – “Creo firmemente que si se aprueba (…) será mirado con mucho más cariño y admiración de la que vemos hoy”, dijo Fernández.
“Muchas de las excentricidades y arrebatos de ira no se verán, y lo que se verá es el esfuerzo por encender un proceso democrático como nunca antes”, agregó el autor.
La convención también fue innovadora en el sentido de que era igualitaria. 77 hombres y otras tantas mujeres escribieron el texto, que por primera vez incluyó también 17 escaños indígenas, para saldar una vieja deuda con los pueblos indígenas, en especial los mapuche.
“Es el lugar más democrático del país”, enfatiza la abogada mapuche Natividad Llanquileo.
El texto reconoce el concepto de plurinacionalidad y otorga cierta autonomía a los pueblos indígenas, particularmente en relación con el poder judicial.
Anticipándose al referéndum de septiembre, la mayoría de las encuestas están a favor del “rechazo”, pero en un momento en que el texto final no se publica en su totalidad, los ciudadanos admiten estar confundidos.
“No todo es maravilloso en esta propuesta, pero tampoco todo es malo”, admite Fuad Chaín.
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