Por Paulina Chamorro
La reanudación del turismo en los destinos naturales de todo el mundo está buscando nuevos turistas. Personas que desean experiencias más inmersivas en la naturaleza que puedan aprender más sobre el medio ambiente y la cultura local.
Y ese parece ser el enfoque y la meta para América del Sur. Cuando hablamos de viajes de naturaleza y ecoturismo, las comunidades se involucran y aportan algo fundamental: la cultura.
En el mes de mayo, en pleno otoño del hemisferio sur, fui invitado por la Agencia Nacional de Turismo de Chile, específicamente en la región de Lagos, a visitar la Patagonia Verde junto al fotógrafo Gabi di Bella.
Aquí es donde comienza la Carretera Austral, un camino que va desde Puerto Monta hasta el pueblo sureño de Punta Arenas. También es el inicio de la Ruta de los Parques de la Patagonia, un recorrido de 2.800 kilómetros que incluye 17 parques nacionales de Chile.
Desarrollado por la Fundación Rewilding Chile junto con CONAF (Corporación Nacional Forestal de Chile), Sernatur (Servicio Nacional de Turismo) y otros para promover conjuntamente un objetivo de conservación y turismo responsable, el proyecto trae “una visión integrada de protección de la Patagonia chilena”.
Eso es lo que dice en el pasaporte que recibimos para sellar cada parque nacional que visitamos. Sin duda un gran aliciente para visitar kilómetros de montañas, volcanes nevados y bosques milenarios.
Y en esta patagónica verde, conocida por sus ecosistemas de gran altura con índices de lluvia muy altos durante todo el año, pudimos descubrir un parque nacional y dos comunidades especiales. Y por suerte para nosotros también tuvimos una buena nevada durante este tiempo.
Uno de los puntos clave del nuevo turismo de naturaleza pospandemia es precisamente la integración comunitaria. Hay un total de 60 comunidades en la Ruta de los Parques.
En nuestra ruta de tres días, además de Chaitén a nuestra llegada y Futaleufú, pudimos hacer un pequeño desvío para conocer Palena y al final almorzar con el tradicional curanto, comida típica de la región insular de Chiloé, justo fuera de la ciudad de Chana, en Chaitén.
La chef Roxana Tampier nos esperaba con este sabor que combina mar y tierra. El cerdo y los mariscos se cocinan juntos. En la versión original y antigua, este guiso se prepara en un hoyo en la tierra. Nuestra versión estaba en la misma olla. Roxana también es artesana.
Nos desviamos un poco de la ruta de Parques por Palena, el lugar más nevado de la Patagonia Verde, que está justo en la frontera con Argentina. Estábamos en el Río Tigre y de ahí cenamos con la comunidad por las noches.
Terminamos la visita en el Parque Nacional Pumalín, donde empezó toda la idea de unificar los Parques Nacionales de Chile. Aquí hicimos un pequeño sendero llamado Ranita de Darwin. Atravesamos un bosque donde aún quedan algunos árboles centenarios, como el alerce de quinientos años.
Para regresar a Puerto Montt, la ciudad que tiene el aeropuerto de Santiago, utilizamos una avioneta con un tiempo de vuelo de apenas una hora. Desde la cima pasamos los volcanes nevados, podemos ver las bahías del mar, las montañas llenas de un verde eterno.
Disfruta de los días rodeado de naturaleza y convive con la cultura local. Sellar tu pasaporte en cada parada es una experiencia que se puede disfrutar en cualquier época del año.
Cualquiera que quiera conocer más sobre el destino verde de la Patagonia chilena puede acceder www.patagoniaverde.org o sigue los perfiles @patagonia_verde y @loslagos.travel en Instagram.
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