Si es elegido, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT) planea tomar medidas cuando comience su mandato en 2023 para tratar de restaurar la credibilidad internacional de Brasil, particularmente con una nueva política climática del gobierno. Pero la construcción de barreras comerciales por parte de los europeos ya es uno de los primeros desafíos de cualquier nueva diplomacia en el país.
Fuentes involucradas en el plan de gobierno del PT indican que el tema ambiental estará en el centro de atención precisamente en estos esfuerzos por recuperar el espacio del mundo, que ha sido fuerte durante los cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro (PL) y se vio afectado. Lula encabeza las encuestas con posibilidades de ganar en la primera vuelta.
Una de las opciones bajo consideración sería la rápida convocatoria de una cumbre climática, ya sea a nivel global o regional. El evento pretendía servir como una forma para que Lula presentara su compromiso con el medio ambiente y forjar alianzas. El objetivo sería romper el clima de desconfianza en la comunidad internacional hacia Brasil. En los últimos años, el problema climático ha estado en el centro del deterioro de la posición de Brasil en el mundo.
Durante los primeros dos años del gobierno de Bolsonaro, Itamaraty estuvo dirigido por un canciller, Ernesto Araújo, que se mostró reacio a sacar conclusiones científicas sobre el cambio climático. El desmantelamiento del Ibama, el recorte de la financiación de las políticas de protección ambiental y los ataques de Bolsonaro a los extranjeros empeoraron la imagen negativa del país.
La conferencia sería seguida por señales concretas de la voluntad de Brasil de trabajar con socios internacionales para defender la Amazonía. En el gobierno de Bolsonaro se suspendió el fondo Amazonía creado con fondos de Noruega y Alemania.
Otra medida en consideración sería crear una alianza con otros países en desarrollo con algún tipo de compromiso para combatir la deforestación siempre que sea apoyada por recursos de economías ricas. Los africanos y los asiáticos deben ser invitados.
El deterioro de la imagen del país en el exterior llevó a las empresas a buscar nuevos socios para establecer proyectos y dialogar. En el Foro Económico Mundial de Davos, Colombia asumió el rol de “vocero” de la defensa de la Amazonía, aunque hasta hace poco estuvo encabezada por el gobierno derechista de Iván Duque.
Pero el próximo gobierno brasileño tendrá un serio desafío en Europa. El bloque avanza a paso acelerado para introducir un recargo a los productos agrícolas que han provocado la deforestación. De aplicarse, la nueva ley podría ampliar el proteccionismo contra las exportaciones nacionales en sectores como la soja, la carne, el maíz y otros productos.
Una de las valoraciones es que la nueva ley fue el resultado de la incapacidad del gobierno de Bolsonaro para entablar un diálogo con Brasil. Para los diplomáticos, los europeos buscan desde hace años una razón para crear nuevos muros para los productos brasileños. Y con la negación del clima de meseta, encontraron un “argumento perfecto” para erigir las barreras.
Un segundo aspecto de la reinserción internacional de Brasil será el retorno de un proyecto de integración regional, ahora reforzado por el hecho de que Argentina, Chile, Colombia, Perú y otros países del continente están bajo el mando de gobiernos progresistas.
Durante las últimas semanas, miembros del equipo de Lula han visitado embajadas extranjeras en Brasilia, incluidas reuniones con funcionarios latinoamericanos, para tener una idea de cómo podría ser un nuevo modelo de integración.
Una de las percepciones es que esta nueva integración ya no debería centrarse únicamente en la reducción de aranceles de importación. Pero también en temas como los asuntos sociales, el medio ambiente y la democracia.
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