Montañas de ropa desechada, un cementerio de zapatos, montañas de llantas y restos de autos “crecen” en el desierto chileno de Atacama.
Se considera el lugar más seco de la tierra y, como tal, alberga un ecosistema único y extremadamente frágil. Sin embargo, está amenazado por las montañas de basura que los visitantes han tirado allí.
“La gente sin escrúpulos del mundo viene a dejar aquí su basura. Todavía no hay conciencia para solucionar este problema”, lamenta Patrício Ferreira, alcalde de la localidad desértica de Alto Hospício.
Mucha ropa usada o sin vender en Europa, Asia o Estados Unidos va a Chile. De allí se vende a toda América Latina o termina en los vertederos del Desierto de Atacama.
Los autos usados ingresan al país por la Zona Franca de Iquique en el norte del país. Muchos se exportan a Perú, Bolivia o Paraguay, mientras que otros son igualmente arrojados al desierto.
El ecosistema de Atacama es de gran interés científico. Los especialistas ya han encontrado allí microorganismos que se han adaptado a un lugar sin agua y sin nutrientes. Los científicos creen que estas criaturas pueden contener secretos de evolución y supervivencia en la Tierra y otros planetas.
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