Desde que partió de Itapema rumbo a Puerto Williams, Chile, el ciclista Bruno Rebelo, de 34 años, ha pedaleado más de 3.000 kilómetros, cerca del 45% del recorrido que lo lleva a la ciudad más austral del planeta. El aventurero partió de la región el 26 de enero para recorrer alrededor de 4.000 millas hacia el extremo sur del continente y debería llegar a su destino a finales de junio.
La ciudad chilena está ubicada en el Cabo de Hornos, a 200 km de Ushuaia, considerado por muchos como el fin del mundo. Por eso el mundo se acaba un poco más para Bruno.
La ciudad chilena está ubicada en el Cabo de Hornos, a 200 km de Ushuaia, considerado por muchos como el fin del mundo. Por eso el mundo se acaba un poco más para Bruno.
En dos meses de viaje, el aventurero ya tiene muchas historias que contar. Después de todo, estas son las nuevas experiencias que busca el diseñador industrial cuando se aventura en el mundo. En estos primeros 60 días, Bruno tuvo calor, hambre, noches de insomnio y hasta una hermosa insolación ya en territorio argentino. Pero también conoció a mucha gente buena, solidaria y acogedora.
Bruno dice que iba en bicicleta por el arcén de una carretera uruguaya una tarde cuando se le acercó una pareja que viajaba en una camioneta de turistas. “Tenía miedo al principio, pero luego un señor y su esposa se me acercaron, me ofrecieron agua, un aventón y una invitación para quedarme en su casa a unos 140 km de distancia. Les agradecí el viaje, pero me quedé con la dirección”, dice el ciclista, que llegó a la localidad de Barra y fue recibido con una buena comida, una ducha caliente y una cómoda cama.
En Kiyú, un pueblo costero de San José en el sur de Uruguay, Bruno relata que estaba sentado en la playa, cansado y hambriento, cuando un uruguayo se le acercó y lo invitó a cenar y quedarse en su casa. Una vez allí, conoció a una pareja argentina que también andaba en bicicleta y fueron recibidos por su anfitrión. “Es el cariño y el cariño sin pretensiones de esas personas lo que hace que valga la pena vivir la vida”, garantiza Bruno.
Tropas de insolación descansan en territorio argentino
El aventurero llegó a la Argentina en un velero. Bruno sufrió una insolación y tuvo que pedirle ayuda a Mathias, un amigo argentino que conoció en su viaje en bicicleta por el noreste de Brasil. “Era muy abierto de mente. Me recogió en Uruguay y cruzamos La Plata en un velero de 20 pies. Fue una travesía de ocho horas y una experiencia fantástica a pesar de mi mala salud”, dice Bruno, quien permaneció cinco días en Buenos Aires para recuperar su sistema inmunológico gravemente comprometido. Y todo el tiempo rodeado de la atención de su amigo.
“Saliendo de Buenos Aires tomé la Ruta 8 rumbo a Córdoba, un recorrido de 750 km y en Arrecifes participé de un road meeting muy real que nunca había visto y a pesar de ser ciclista estar en medio de una tribu era diferente que la mía, fui muy bien recibido”, dice.
En la ciudad argentina de Colón, Bruno pasó tres noches en un baño accesible para discapacitados, sin agua ni electricidad, en un campamento municipal la semana pasada. “Solo usaba el apartamento para dormir. Los baños fueron la base de la toallita húmeda durante tres días. Había un camping privado con estructura completa en una isla cercana, pero la tarifa diaria rondaba los 900 pesos o R$ 23,20”, recuerda.
Sin embargo, para compensar, también comió su primera comida del viaje en un restaurante la semana pasada, gracias al apoyo de un seguidor de Instagram. Bruno ahora necesita llegar a Córdoba, donde asistirá a un retiro de meditación de 10 días. DIARINHO acompaña el viaje de Bruno desde su partida y muestra los momentos más importantes de esta desafiante aventura sobre dos ruedas.
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