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El domingo (25 de octubre), los chilenos apoyaron masivamente una nueva constitución, una de las principales demandas de los manifestantes que ocuparon las calles del país durante meses.
La constitución chilena actual data de 1980 y, a pesar de múltiples reformas, ha sido criticada como heredera del régimen militar de Augusto Pinochet por darle al Estado un rol residual en la provisión de servicios básicos, que es precisamente una de las razones detrás de las protestas que estallaron el 18 de abril. Octubre de 2019 y continuó hasta marzo de 2020 en un movimiento que se conoce como instantánea social (o abundancia social, en traducción literal).
Según los resultados de las encuestas, el 78% de los votantes votaron a favor de cambiar la carta orgánica actual y el 22% se opuso a la propuesta.
La Asamblea Constituyente se formará en una nueva elección en abril de 2021 con paridad de género (50% mujeres y 50% hombres). En la votación del domingo, los votantes también decidieron que la Asamblea Constituyente no será mixta, con la mitad de los escaños asignados a los parlamentarios en ejercicio, pero compuesta en su totalidad por miembros recién elegidos, sin necesidad de afiliación partidista.
En consecuencia, los diputados no asistirán a la nueva Asamblea Constituyente y se reservará un cupo de escaños para los pueblos indígenas, aunque el Congreso chileno aún no determina cuántos y cómo serán elegidos.
Sólo las normas aceptadas por las dos terceras partes de los futuros constituyentes serán incluidas en la nueva carta constitucional chilena.
“Hasta ahora, la constitución nos ha dividido. Desde hoy debemos trabajar todos juntos para que la nueva constitución sea un gran hito de unidad, estabilidad y futuro”, dijo el presidente de Chile, Sebastián Piñera.
En el siguiente texto, BBC News Mundo (servicio en español de la BBC) analiza por qué la Constitución ha sido objeto de una ola de protestas durante meses y cuáles son los motivos de quienes hacen campaña por un cambio.
el legado de pinochet
Una de las principales razones por las que los manifestantes piden que se cambie la constitución tiene que ver con su origen.
“Uno de los problemas más criticados es su origen ilegítimo: es precisamente el hecho de que fue redactado durante una dictadura militar”, le dijo a BBC News Mundo Miriam Henríquez Viñas, profesora de derecho constitucional y decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado. de santiago
“La Constitución de 1980 fue obra del régimen militar y tiene un origen ilegítimo para un sector muy relevante de la sociedad chilena”, coincide Gilberto Aranda, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
Sin embargo, como señalan los dos expertos, el texto fue modificado significativamente en 1989 y 2005.
Por ejemplo, en 1989 se derogó la parte que establecía un pluralismo político limitado, que suponía que ciertas ideologías políticas como el marxismo estaban prohibidas.
Posteriormente, en 2005, bajo el gobierno de Ricardo Lagos, una importante reforma constitucional acabó con el número de senadores designados electos por instituciones como las fuerzas armadas o la Corte Suprema.
“Yo diría que para 2005 (la constitución) ya había sido depurada de enclaves autoritarios”, dice Aranda.
“Sin embargo, no deja de ser la constitución que fue elaborada por el régimen militar y por eso una parte muy importante de la sociedad chilena en este contexto dice que carece de la legitimidad original”.
Este pensamiento se refleja en las declaraciones de los manifestantes.
“No dejaré de protestar hasta que se cree una nueva constitución y el legado de Pinochet desaparezca”, dijo a la BBC Nohlan Manquez, un fotógrafo que participó en las protestas masivas que comenzaron en 2019.
Pero además del origen, también está la cuestión del contenido.
Rigidez y “enclaves autoritarios”
Según Henríquez, la constitución “fue concebida originalmente para reflejar una democracia protegida de la irracionalidad del pueblo”.
“Hay una desconfianza en la constitución sobre la posibilidad de que las personas tomen decisiones razonables por sí mismas”, y según el constitucionalista, esa desconfianza se expresa a través de una serie de mecanismos, como el hecho de que el papel de los partidos políticos es mínimo en ella. .
En términos de contenido, también es una constitución “muy rígida”: se requieren mayorías de dos tercios o tres quintos de los diputados y senadores en ejercicio para enmendarla.
Por eso, a pesar de las reformas de 1989 y 2005, el especialista no está de acuerdo con Aranda y considera que la constitución “todavía contiene los llamados enclaves autoritarios, es decir, hay ciertas reglas que hacen prácticamente imposible, si no muy difícil, cierto disposiciones de reforma”.
“Entonces creó una especie de congelación en temas como el derecho a la seguridad social y la libertad de educación, que son los mismos derechos sociales que se están exigiendo hoy”.
Los ciudadanos salieron a las calles para protestar contra la desigualdad y exigir la implementación de profundas reformas sociales.
estatus social
El otro desafío a la constitución se refiere a los derechos sociales, ya que el texto constitucional establece un “estado de apoyo” que no proporciona directamente servicios relacionados con la salud, la educación o la seguridad social y los delega al sector privado.
“Este Estado subsidiario es un Estado mínimo que se limita solo a vigilar o vigilar cómo los individuos otorgan estos derechos”, explica Henríquez.
La privatización fue uno de los pilares del modelo de Pinochet: en su constitución, los servicios básicos como la electricidad y el agua potable pasaron a manos privadas.
También hubo una fuerte privatización en áreas como la educación y la salud.
Ahora los manifestantes chilenos exigen que el estado se involucre más y se involucre en la provisión de servicios básicos.
Aranda coincide en que la función social está “infrarrepresentada” en la Constitución, que atribuye al Estado únicamente “funciones relacionadas con la protección del orden público, la seguridad, la defensa, la garantía de la justicia, etc.”
“Hay un número significativo de personas en Chile que están demandando cambios estructurales y profundos en cuanto a declarar y garantizar el ejercicio de ciertos derechos sociales, es decir, la inclusión de elementos de un estado de bienestar en la constitución”, explica el experto.
Los analistas coinciden en que una nueva constitución no resolvería todos los problemas, pero sería un primer paso muy importante.
*Este texto se publicó originalmente en noviembre de 2019 y se actualizó con el resultado del referéndum adoptado en octubre de 2020.
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