Los hermanos Parra – 22/05/2021 – Noticias

Diógenes da Cunha Lima

Escritor, abogado y presidente de ANL

Limitamos nuestra consideración a dos de los hijos más famosos de un músico y maestro de escuela primaria y una sombrerera, ambos chilenos: Nicanor y Violeta Parra.

Su madre cultivaba violetas, que curaban la tos y la tristeza, y sugirió el nombre de su hija. Su padre murió cuando Violeta tenía diez años. A los quince años, Violeta se mudó a Santiago con su ya famoso hermano.

La poesía chilena se eleva a las alturas de los Andes. Parece que ser poeta es parte de la naturaleza. Un pueblo encantado por la poesía de Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Gabriela Mistral (los dos últimos premios Nobel) y poetas infinitamente eruditos. La mayoría de ellos con base melódica y lenguaje culto.

Violeta se dedicó a buscar las raíces de su pueblo, costumbres, tradiciones, leyendas y mitos, textos populares. Fue compositora, cantante, pintora, diseñadora, ceramista, tapicera. Sus variadas actividades artísticas pueden recordar al artista de Rio Grande do Norte Dorian Gray.

Agradeció a la vida por haberle dado tanto, las risas y las lágrimas. Se podría decir que votó por Chile. Se universalizó la canción “Gracias a la vida” a partir de la interpretación de la argentina Mercedes Sosa, la brasileña Elis Regina. “Back to seventeen” es una canción imprescindible.

Vivió en Francia durante dos años y su talento fue reconocido en los países vecinos y en la antigua Unión Soviética. Fue el primer artista latinoamericano en tener una exposición individual en el Louvre. En el apogeo de su fama y rodeada del cariño familiar, se suicidó a los 49 años.

Nicanor Parra, científico, cosmógrafo, humanista, fue el creador de la antipoesía. Cuando era Cónsul Honorario de Chile en Natal, recibí un regalo invaluable, el libro Poemas y antipoema.

Escribió su epitafio autodescriptivo: “Hijo mayor de una maestra de primaria y una modista entre bastidores, nacido débil, entregado a la buena mesa, cara cuadrada donde los ojos apenas se abren y nariz de boxeador, boca de boxeador, azteca”. , inundada de luz entre la ironía y la perfidia, mezcla de vino y aceite, incrustada de ángel y bestia”.

No se alegró tanto cuando escribió el epitafio de la Premio Nobel Gabriela Mistral, en el que se detecta un dejo de envidia.

Nicanor Parra no se molestó en la ausencia melódica, usó coloquialismos, jergas, frases hechas con perfecta fidelidad a sus orígenes.

Despreció el conocimiento aprendido. Se burló de las ciencias exactas y también de las estadísticas: “Tenemos dos hogazas de pan. te comes dos yo no como Consumo medio: una hogaza por persona”.

Ciertamente logró todo lo idealizado y así cumplió la enseñanza de Nietzsche: “Quien logra su ideal irá más allá”.

En sus 103 años bien vividos, dejó un legado de estimulante poesía. ¡Siempre vivo!

Merlín Samora

"Incapaz de escribir con los guantes de boxeo puestos. Totalmente entusiasta del alcohol. Pensador sin disculpas. Adicto a los zombis certificado".

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *