El ciclo electoral America latina que comenzó en 2020 trajo de vuelta al poder a varios partidos de izquierda. En las últimas semanas de 2021, Chile mi Honduras Votó fuertemente por presidentes de izquierda para reemplazar a los líderes de derecha, lo que provocó un cambio significativo de varios años en América Latina.
Tres elecciones más este año tienen como favoritos a candidatos de izquierda, en Brasil, en Colombia y además Costa Rica. Tres de los cuatro países de la Alianza del Pacífico, que debería ser el bloque de los países más liberales de América Latina, ahora estarán bajo gobiernos de izquierda: Chile, Perú mi México. El otro miembro, Colombia, será elegido en mayo próximo y un candidato de centroizquierda es el favorito. En caso de victoria, la izquierda y la centroizquierda llegarían al poder en las seis economías más grandes de la región, desde Tijuana hasta Tierra del Fuego.
Según los analistas, el sentimiento antigubernamental ha alimentado el descontento con los líderes de centro-derecha y derecha que dominaron la región hace unos años, combinado con el sufrimiento económico y la creciente desigualdad. Una de las causas de este giro a la izquierda en las principales economías latinoamericanas es el fracaso de los gobiernos anteriores. Mauricio Macri (Argentina), Enrique Peña Nieto (México) y Sebastián Piñera (Chile), todos liberales, terminaron sus gobiernos con niveles récord de desaprobación. Iván Duque, en Colombia, sigue la misma sintonía.
La izquierda prometió una distribución más justa de la riqueza, mejores servicios públicos y una mayor red de seguridad social. Pero los nuevos líderes de la región enfrentan serias presiones económicas y una oposición legislativa que podría empañar sus ambiciones, y votantes rebeldes dispuestos a castigar a quienes no cumplen sus promesas.
Al tratarse de un voto disidente y no necesariamente de una reorientación política, el resultado conduce con mucha dificultad a los jefes de gobierno, ya que no cuentan con un amplio respaldo en la población y mucho menos en sus respectivos parlamentos.
“En Latinoamérica hay una identidad que está conformada por los ‘Antis’”, explica Milagros Campos, politóloga y profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú. “En Perú, fueron precisamente estos antipolíticos los que determinaron las elecciones”. En abril de 2021, la izquierda se convertirá en profesora pedro castillo ganó las elecciones por un margen muy pequeño sobre el candidato de derecha keiko fujimori. La elección estuvo marcada por una fuerte polarización, en la que no se podía predecir ningún ganador el día de las elecciones.
“Las elecciones en Perú no solo fueron polarizadas, sino que también mostraron la desilusión de la población hacia las candidaturas. Aún faltaba un mes y ninguno de los candidatos llegaba al 20%”, dice Milagros Campos. En definitiva, la elección de Castillo no fue una elección para él, hasta entonces una incógnita, sino un rechazo al polémico fujimorismo.
Lo mismo se vio en Chile en noviembre y diciembre. José Antonio Kast, un candidato de derecha que defendió el legado del dictador Augusto Pinochet, ganó la primera vuelta de las elecciones pero fue derrotado en la segunda vuelta cuando Gabriel Boric logró involucrar a los chilenos en un voto anticast.
En el caso de Chile, no fue solo un voto en contra del candidato de derecha, todos los conservadores se metieron en problemas. El propio expresidente Sebastián Piñera no pudo fichar a su candidato y terminó su gobierno con alto rechazo. En Argentina en 2020, el exdirigente Mauricio Macri tuvo el regusto amargo de no ganar un segundo mandato y ser reemplazado por la izquierda Alberto Fernández.
Sin embargo, este nuevo giro a la izquierda no significa un cambio en la sociedad latinoamericana, sino el resultado de una creciente polarización, lo que también explica la anterior ola conservadora. “Esta polarización es un fenómeno global”, dice Xavier Rodríguez Franco, politólogo y académico latinoamericano de la Universidad de Salamanca.
“En Estados Unidos incluso vemos nosotros y no Canadá. Esta polarización tiene un poco que ver con el agotamiento del sistema político en su conjunto, pero también porque la sociedad recibe tanta información que lleva a un debate público muy empobrecido en el que solo hay dos posibles respuestas: o una mía o una está en mi contra”.
El resultado es el aplanamiento de los discursos del centro y de la tercera vía. Dada la dificultad de proponer un discurso no radical y la fragmentación generalizada del centro que conduce a varias candidaturas más pequeñas, la polarización aumenta y conduce a la elección de líderes más radicales. Pero no es fácil para estos gobiernos. En México y Argentina, los actuales gobiernos de López Obrador y Fernandes sufrieron importantes derrotas en las elecciones parlamentarias. Con solo unos meses en el cargo en Perú, Castillo ya ha cambiado varias veces de gabinete y casi ha recibido un voto de censura.
“Es claro que Castillo es un presidente sin mayoría en el Congreso y poco apoyo de su partido Perú Libre”, dice Milagros Campos. “El partido ya perdió gente en el Congreso, ya se habla de un tercer cambio total de gabinete, es un gobierno muy inestable, muchos analistas dicen que es muy difícil que terminen su mandato”.
En Chile, Gabriel Boric tuvo que revisar su programa de gobierno antes de la segunda vuelta y trató de moderar su discurso para convencer a los sectores centristas de que no sería un líder muy de izquierda como temían.
“¿Qué harán cuando lleguen al poder?”, se pregunta Xavier Rodríguez Franco. “El empresario de derecha seguirá existiendo, el banquero de derecha también, y seguirán haciendo política. La pregunta es qué hará el nuevo gobierno cuando pueda hacer frente a las dificultades de una economía complicada, un parlamento contrario y una opinión pública altamente polarizada”.
una nueva izquierda
Otro punto que distingue este columpio pendular del de los años 2000 es la característica de esta misma izquierda. “Esta nueva izquierda de los últimos 15 años ha tomado una nueva identidad”, explica Franco. “Con problemas de raza y de género, y eso no está mal, pero los trabajadores, los sindicatos organizados tradicionales se han rendido y la lucha por una reivindicación obrera que sea sostenible con la nueva era”.
“Se ha convertido más en una izquierda de la selfie, la izquierda de la selfie. Y de alguna manera se olvidó de este trabajo político que muchas veces se veía en los partidos tradicionales de izquierda”, concluye.
Franco señala que aunque tiene nuevo atuendo y más agendas en sus agendas, sigue muy apegado a los viejos líderes ya que Lula, Kirchner mi moral. No se puede crear una nueva generación con una carrera política. Cuando hay nuevos, como en el caso de Boric y Castillo, son completamente ajenos.
Menos conocido, e incluso debido a las constantes fluctuaciones políticas en la región, no está claro qué cambios reales puede traer este nuevo giro a la izquierda para América Latina. Si la ola anterior trajo más lazos regionales y distanciamiento con Estados Unidos, esta nueva izquierda parece estar acercándose a la nueva superpotencia del siglo, la China. Pero incluso eso no se siente bien.
“Ciertamente China está interesada en proyectarse más en la región, pero no es ingenua, sabe que aquí hay mucha inestabilidad, muchas deudas y problemas financieros, entonces no sabemos”, explica el politólogo. .
Además, quedaron pendientes algunas promesas de la antigua izquierda, como la renovación de la matriz energética, la migración y la plena integración entre los países de la región. “La nueva izquierda tiene que ser muy crítica con esto porque los nuevos líderes y los viejos líderes de esta nueva ola no parecen muy críticos con lo que pasó, por qué la gente votó por esta pequeña ola de conservadurismo en la región”, advierte.
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