Carla García, directora de Nuevos Negocios de Zoho
Los gobiernos latinoamericanos deben regular el uso de la inteligencia artificial (IA) lo más rápido posible para aumentar sus beneficios y frenar los grandes riesgos que podrían enfrentar las personas por su uso en actividades poco éticas. Cada vez más personas y empresas corren, entre otras cosas, el riesgo de perder la privacidad de sus datos, verse expuestas a ataques de manipulación digital y empeorar sus condiciones laborales debido al uso incorrecto de la tecnología.
Esta semana Colombia, México y Argentina anunciaron el uso inminente de técnicas como “profundamente falso“La empresa utiliza IA para “imitar” digitalmente las voces de los candidatos para crear campañas de descrédito en sus procesos electorales. Un problema relacionado con el uso generalizado e ilegal de bases de datos ciudadanas para manipular opiniones con noticias falsas y contenidos nocivos.
Las empresas también ayudan a quienes utilizan esta tecnología. Una vez que la IA esté completamente alineada con la infraestructura de una empresa, podrá confiar en una protección sólida contra los ciberataques y, por ejemplo, aumentar rápidamente las ventas. Sin embargo, para llegar a este punto, la plataforma necesita acceder a millones de datos de los usuarios, especialmente durante la formación, lo que puede resultar invasivo.
Según una encuesta global realizada por Zoho, el 81 por ciento de los trabajadores está preocupado por la forma en que estas tecnologías exponen sus datos privados, mientras que el 49 por ciento expresa temor sobre cómo se gestionan sus datos y su privacidad. Así es, el 84 por ciento cree que la IA será aceptada y utilizada en el lugar de trabajo durante el próximo año.
La IA está evolucionando tan rápidamente que es imposible que los gobiernos y reguladores que avanzan lentamente sigan el ritmo. Según el informe Perspectivas de los directores de Negocios RiesgosEl 43 por ciento de los encuestados cree que es necesario frenar el desarrollo de la evaluación de impacto mientras las regulaciones se endurecen cada día, y el 90 por ciento cree que es necesario acelerar las regulaciones.
Estamos en un punto de calma en el que se pide a los gobiernos que diseñen estándares que impulsen el desarrollo de la inteligencia artificial en línea con las necesidades de sus comunidades, reduzcan los riesgos y establezcan límites éticos a su uso.
Proteger la privacidad siempre será la base para regular esta tecnología en cualquier parte del mundo. Las medidas deben establecer límites claros para que las organizaciones recopilen, almacenen, compartan y utilicen información utilizando esta tecnología, al tiempo que crean mecanismos para que los ciudadanos tengan control total sobre sus propios datos.
La normativa relacionada con la inteligencia artificial también debe condenar claramente las actividades ilegales que se puedan realizar con su uso. Aquí es importante considerar normas para advertir y condenar su uso en este tipo de actividades, que van desde el fraude hasta la creación de contenidos engañosos, como por ejemplo: B. “Noticias falsas‘ y campañas de manipulación.
Para colmo, los gobiernos también deben crear un marco legal que facilite su uso por parte de organizaciones de todos los tamaños y sectores de la economía. Es importante que la ley no fomente la creación de monopolios por parte de proveedores de soluciones tecnológicas que sólo sirven para encarecer los servicios y limitarlos a unos pocos.
Algunos países están avanzando en la dirección correcta. Por ejemplo, el Congreso chileno está considerando un proyecto legislativo para regular los sistemas de inteligencia artificial, que define los distintos riesgos y propone algunas medidas. Por su parte, Argentina ha adoptado varias recomendaciones para su uso en el sector público, centrándose en los aspectos éticos de su uso.
Ese es un largo camino. Todos los sectores de la sociedad están llamados a comprender las grandes oportunidades que ofrece la inteligencia artificial para estar también preparados para mitigar los riesgos de su mal uso.
“Aficionado al tocino. Gurú de Internet. Futuro ídolo adolescente. Fanático de la cerveza. Fanático extremo de la web”.